Por Daniel Córdova
Esta no es una crisis económica que podría ser contrarrestada con medidas “anti-cíclicas”. Esta es una parálisis económica. Los parámetros sobre la base de los cuales razonamos los economistas en una situación normal —incluida la más terrible corrida bancaria—no se aplican. Porque en la más aguda de las crisis de índole económica, la gente puede salir a trabajar e intentar ganarse el pan.
Lo que corresponde ahora, es hacer uso de los miles de millones que el Estado peruano ha acumulado gracias a nuestros impuestos. Utilizarlo de manera racional, pero efectiva en asegurarle a los ciudadanos alimento y condiciones sanitarias mínimas para vencer la pandemia.
Leo a colegas que sostienen que debemos agradecer la ortodoxia en el manejo económico de los últimos 20 años. Gracias a ella, el Estado peruano tiene la solvencia para enfrentar los efectos de la pandemia. En efecto, la severidad financiera del MEF nos ha permitido tener uno de los Estados menos endeudados del mundo, con una deuda pública cercana al 25% del Producto Bruto Interno (PBI), una deuda neta de activos de 12.9% del PBI y un nivel de Reservas Internacionales de alrededor de 70,000 millones de dólares, un 30% del PBI anual.
No obstante, mal haríamos si en estas circunstancias la severidad financiera continúa y si no hacemos lo que corresponde. Es decir, a la imagen de Europa, Estados Unidos y los países del Este Asiático, “romper el chanchito” del dinero público ahorrado. Esto, sobre todo, si continúa la cuarentena después del 30 de marzo próximo.
El modelo económico de la parálisis es simple: con excepción de la producción y el comercio de bienes y servicios esenciales, el resto de las actividades está parado. En consecuencia, la mayoría de la población, confinada en sus hogares, no está recibiendo dinero. Corresponde entonces que el Estado garantice que tengan acceso a comida, productos de aseo y medicinas, sin que se interrumpan los servicios públicos básicos (agua, electricidad, comunicaciones).
En resumen, con cargo a trabajar en detalle sobre cómo implementar el “paquete” contra la parálisis, proponemos dividirlo en un mínimo de cuatro conjuntos de medidas (muchas de las cuales ya se han puesto en marcha, pero de manera muy tímida y desordenada):
- Respecto de los ciudadanos, asegurarse que cada uno de ellos tenga acceso a un sueldo mínimo vital para comer y asearse. El problema es que a diferencia de los Estados Unidos —el presidente Trump ha anunciado que va a poner 1,000 dólares en la cuenta corriente de cada ciudadano— en el Perú aún la gente se maneja con dinero físico. Esto podría hacerse mediante los siguientes mecanismos, que deben partir de un registro electrónico centralizado de la ayuda vía DNI: i) Incrementar el bono destinado a familias vulnerables de 380 a 930 soles ii) en coordinación con las instituciones de microfinanzas y de banca pyme, generar un bono por dicho monto para los microempresarios iii) en coordinación Sunafil, el bono para los empleados formales iv) en coordinación con Sunat, hacer llegar el bono a los trabajadores independientes v) La población a la que no se llegue mediante estos mecanismos, podría ser atendida por orden alfabético a lo largo de una semana, en los centros de votación. Debemos a toda costa evitar una situación de saqueos masivos si se prolonga la cuarentena.
- Respecto de los servicios básicos (agua, electricidad, comunicaciones), conviene desde ya generar un fondo que permita financiar el pago de los recibos no cancelados desde el pasado 15 de marzo y hasta el próximo 30 de abril. Se debe apelar a la solidaridad de los ciudadanos que sí pueden pagar para que lo hagan.
- Respecto de las empresas que están operando para producir bienes y servicios de primera necesidad, o que están produciendo para exportar y proveernos de divisas, invocarlas a generar las condiciones sanitarias para que dicha producción no se detenga. Estas empresas y las que dispongan de efectivo, deben priorizar el pago puntual a sus trabajadores y a sus proveedoras pyme, así hayan reducido su nivel de actividad. La situación merece poner la solidaridad por encima de las utilidades.
- Respecto a la banca, es necesario actuar como si se hubiera detenido el tiempo por un mes: prolongar el pago del principal de los créditos por un lapso de tiempo igual al del “parón” y que el Estado genere un fondo público de contingencia para financiar los intereses netos que debían recibir las entidades financieras.
El presidente ha tenido éxito siendo radical en las medidas sanitarias. Es momento de que lo sea en las medidas económicas. Luego, tendrá que venir el paquete de la reactivación, una suerte de “Plan Marshall” que deberá tratarse a nivel regional y -por qué no- global.
El autor es Presidente Ejecutivo del Instituto Invertir.