Por Silvia Alemán Menduinna
Instituto Juan de Mariana
El Estado bueno
El Estado no produce nada, pero debe vivir haciendo uso de su poder, es el dueño. Necesitará confiscar la producción y los bienes de los otros. Activará entonces regulaciones sobre las acciones, rentas y riquezas de los otros. Si no lo logra, activará la coacción, igualmente regulada y legitimada. El Estado será el poder, los otros, los obedientes súbditos. La coacción tiende a anular, a rebasar, las capacidades de los individuos. Si esta coacción es sistemática en apelo a las emociones, con lemas vacíos pero vigorosos, como “el bien común o todos somos iguales”, entonces los individuos no solo se tornarán dependientes, llegarán incluso a ser amantes del Estado, más si es de “bienestar”.