Por Alvaro Vargas Llosa
No estamos hablando lo suficiente de Uruguay. Ese pequeño país sudamericano presume de tener resultados impresionantes en el manejo del coronavirus. También está dando la señal de que desea prosperar y que entiende que más libertad puede ser la manera de hacerlo.
Bajo el presidente Luis Lacalle Pou, Uruguay ha padecido un número muy bajo de decesos por coronavirus (23 hasta el 15 de junio) y el número de casos confirmados (848) es pequeño. En ningún momento el gobierno decretó una cuarentena nacional, prefiriendo en cambio dejar que la responsabilidad individual, guiada por una información precisa y transparente generada por un equipo de científicos y expertos, fuera suficiente.
En lugar de cerrar la economía (el 80% de ella siguió funcionando) y enviar a la policía o al ejército a detener gente, como se hizo en algunos otros países, las autoridades, en coordinación con la sociedad civil, hicieron hincapié en las pruebas (proporcionalmente, sólo están por detrás de Corea del Sur en el número de pruebas como porcentaje de los casos confirmados) y aislaron brevemente a los que tenían Covid-19. Las fronteras externas se cerraron, pero las internas se mantuvieron abiertas.
El gobierno de Uruguay dejó claro que no financiaría su respuesta fiscal a estas difíciles circunstancias mediante la impresión de dinero, grandes deudas o impuestos más altos, sino a través de reducciones en el gasto público, particularmente el dinero que perciben los políticos. Hubo presiones desde dentro de la coalición gobernante y la poderosa oposición de izquierda conocida como Frente Amplio para que se abocara a un enorme despilfarro fiscal y se le hiciera pagar a las empresas, pero el presidente Lacalle explicó que sería por la empresa y el capital privado que la economía regresaría y que estrangular a las empresas con regulaciones y más impuestos obstaculizaría ese esfuerzo.
En poco tiempo, Uruguay ha anunciado una campaña para atraer a los extranjeros facilitándoles la residencia fiscal en su país. Aquellos que se establezcan en Uruguay no pagarán impuestos durante cinco años, después de los cuales no tendrán que tributar sobre el patrimonio de sus bienes en el extranjero y sólo pagarán un impuesto sobre la renta del 12 por ciento sobre las ganancias obtenidas de esos bienes. El temor en la vecina Argentina, donde un gobierno demagógico está destruyendo una economía que ya estaba en graves dificultades, es que 44 millones de argentinos -la población entera- se instalen al otro lado de la frontera. (Uruguay tiene una población de sólo 3,4 millones.)
Cuando el presidente Lacalle asumió el cargo hace menos de cuatro meses, las probabilidades no apuntaban en la mejor dirección. Heredó un importante déficit fiscal y una economía que apenas crecía. Gobierna con la ayuda de una amplia coalición que incluye toda una gama de ideas e intereses, y cuya columna vertebral está constituida por dos partidos tradicionales que no se han despojado de todas sus viejas costumbres. Además, a la izquierda, que ocupó el poder durante quince años antes de que Lacalle la derrotara, le fue mucho mejor de lo que se esperaba en la segunda vuelta electoral y sigue ejerciendo una enorme presión sobre el sistema político.
Para colmo, sólo unos días después de haber asumido el cargo, Lacalle tuvo que enfrentarse, como todos alrededor del mundo, a la peor pandemia en generaciones. Es admirable que haya sido capaz de mantener la calma durante toda esta crisis y, lo que es más importante, que la crisis sólo haya fortalecido su determinación de volver a poner el sentido común en el centro de la política y la economía de Uruguay.
Uruguay fue un país altamente desarrollado en el siglo XIX y principios del XX. No hay razón para que no se convierta en la gran historia de éxito de América Latina del modo en que Portugal se ha convertido en la estrella brillante de Europa en los últimos años. Habiendo sido decepcionado tantas veces por gobiernos prometedores, mantendré mis dedos firmemente cruzados por ellos.
Traducido por Gabriel Gasave
Alvaro Vargas Llosa es Investigador Asociado Senior en el Independent Institute. Entre sus libros publicados por el Instituto se incluyen Global Crossings, Liberty for Latin America y The Che Guevara Myth.