Por Carlos Angulo Parra y Miguel A Cervantes
Una idea que se ha convertido en mantra es que, en México en los últimos, 30 o 40 años, según convenga a la audiencia, se ha vivido “un neoliberalismo”, “capitalismo a ultranza”. A veces se dice que, desde Salinas, o desde De la Madrid o López Portillo, se vive el neoliberalismo. De entrada, existe un error conceptual ya que México nunca ha vivido un antiguo periodo de libre mercado, para decir que hay un nuevo liberalismo.
Este discurso indica que se le ha dejado todo al libre mercado, que México ha practicado un exceso de capitalismo. Los izquierdistas concluyen que este exceso de capitalismo ha creado pobreza, exclusión, desigualdad y pérdida de valores morales.
Dejando las narrativas ideologizadas, veamos con datos duros si en México se ha vivido un capitalismo a ultranza. El mejor índice es del instituto Fraser, el cual es considerado por economistas como Douglas North, como la mejor manera de medir los mercados libres. Ese índice se obtiene del promedio de 5 componentes: El tamaño del gobierno, el sistema legal, la existencia de un sistema monetario sano, comercio internacional y regulaciones crediticias, laborales y las que impactan a las empresas.
Diferentes estudios han arrojado que los países con más libertad económica crecen más rápido, reciben mayor inversión, tienen mayor ingreso per cápita, mayor esperanza de vida, menor mortandad infantil y menor pobreza. Y en estos países, las personas de bajo ingreso reciben un salario más elevado. Por ejemplo, las personas de bajo ingreso en los países más libres económicamente reciben $$12,293 dólares anuales, comparado con $1558 en los países menos libres. Las libertades políticas y civiles son más altas en países con mayor libertad económica. Existe menos disparidad de género en países más libres económicamente. También en los países más libres económicamente hay menos corrupción, ya que los burócratas tienen menos poder para conceder favores.
En el último reporte con información del 2018, los países más libres, que pudiéramos decir que viven un capitalismo a ultranza son: Hong Kong, Singapur, Nueva Zelandia, Suiza, EE.UU., Australia, Isla Mauricio, Georgia, Canadá e Irlanda. Los países con los más bajos niveles de libertad económica donde el Estado mantiene una fuerte rectoría de la economía son: República Centroafricana, RD Congo, Zimbabue, República del Congo, Argelia, Irán, Angola, Libia, Sudán y Venezuela.
México tiene una nota de 7.2/10, encontrándose en el lugar 68 de 162 países clasificados, detrás de países como Honduras, Trinidad y Tobago, Uruguay, Paraguay entre otros. En 1980, el puntaje de México era de 5.2/10. Veamos el índice de libertad económica por componentes y su evolución a través del tiempo.
En el primer componente del reporte, tamaño de gobierno, ha habido una mejoría con respecto a 1980. La nota es de 8.4/10 en el 2018, comparado a 5.3 en 1980. Lo positivo es que la inversión de empresas estatales como porcentaje de la inversión pública ha disminuido. En 1980 la inversión de empresas estatales era del 43 % de la inversión total. Para el 2018, era del 14 %. Había muchas empresas de Estado, las cuales en su mayoría perdían dinero, y las pérdidas las absorbían los contribuyentes. Por esta razón se dieron las privatizaciones que hubo en los mil novecientos ochentas, porque había demasiadas empresas paraestatales que estaban en números rojos, ya que no respondían a los requerimientos del mercado.
En cuanto a impuestos, en 1980 el impuesto sobre la renta personal máximo llegaba al 55 por ciento. Hoy en día es del 35 %. Es mucho mejor pero todavía lejos de países competitivos como Singapur, Hong Kong, Georgia, Estonia. Esto nos indica que en cuestión de impuestos México no es no un paraíso fiscal.
El consumo de gobierno como porcentaje del consumo total se ha mantenido alrededor del 15 %. Los subsidios y transferencias como porcentaje del PIB han aumentado del 4.4 % en 1980, a 13.23 % en el 2010. Finalmente, a 5.1 %, en el 2018. Lo anterior nos indica que el rol del gobierno en la economía ha aumentado.
En el segundo componente del reporte, sistema legal, México tiene una pésima nota de 4.7/10. Lo malo de la nota es que el deterioro ha venido creciendo. Esta nota mide si las personas independientemente de su posición económica tienen la misma protección frente a la ley. México recibe puntajes pésimos en la independencia judicial.
El sistema legal no está exento de influencias políticas y económicas. Recibe un mal puntaje en cuestión de derechos de propiedad. Es probable que el puntaje baje aún más con la falta de respeto a los derechos de propiedad con la cancelación arbitraria de varias inversiones.
También recibe una mala nota en cuestión de la injerencia del ejército en el sistema legal. Esto aumentará con la injerencia del ejército debido a las acciones recientes del gobierno federal de poner al ejército a cargo de puertos y aduanas, de la construcción del aeropuerto de Santa Lucía y secciones del Tren maya.
La integridad del sistema legal es pésima. En la ejecución de contratos México tiene un puntaje mediocre. La confiabilidad de la policía es pésima. El impacto del crimen contra los negocios es bastante alto.
Una economía no puede prosperar sin tener un sistema legal íntegro, ya que los poderosos intereses del capitalismo de compadres pueden destruir los proyectos de emprendedores de otros grupos no privilegiados.
En el tercer componente del reporte, moneda sana, México tiene una nota de 8.13/10. Esta nota ha mejorado sustancialmente, ya que, en 1985, la nota era de 3.7/10 por los graves problemas inflacionarios de la década de los 1980s, cuando México experimentó una hiperinflación, lo que causo la perdida de los salarios reales y devaluaciones, así como un gran deterioro de la calidad de vida.
Por otro lado, en México existe el inconveniente de severas restricciones para tener cuentas en moneda extranjera.
En el 4 componente del reporte, Libertad de Comercio, la nota en el 2017 es de 7.7/10. En 1980 la nota era de 2.6/10. Cabe recordar, que en 1980 se vivían los últimos años de la llamada época del Desarrollo Estabilizador, cuando la economía era cerrada al comercio exterior, y a la inversión extranjera, con una fuerte política de sustitución de importaciones, supuestamente para proteger la economía nacional.
Independientemente de los múltiples tratados de libre comercio que México tiene celebrados con los grandes bloques económicos del orbe, En cuestiones de aranceles, ha habido una reducción arancelaria en relación con los existentes en 1980, cuando el arancel promedio de nación más favorecida era del 30 por ciento. El arancel promedio actualmente es del 7 por ciento. Sin embargo, la dispersión arancelaria es aún muy elevada, ya que para ciertos productos los aranceles pueden ser muy altos.
Otro ejemplo que se vive en la frontera son los costos de importación que pagan los autos de procedencia extranjera, los cuales son altos, a pesar que conforme a los tratados de libre comercio celebrados con Estados Unidos y Canadá, la importación de vehículos usados está libre de aranceles, pero las compañías armadoras, ilegalmente se niegan a expedir certificados de origen de los vehículos para establecer protecciones indebidas a la producción de los vehículos nuevos que ensamblan tanto en México como en Estados Unidos y Canadá.
El otro problema son las barreras no arancelarias, y estas no se han mejorado. por ejemplo: la industria maquiladora tiene que hacer frente a cambios constantes en su régimen regulatorio sumamente inestable, que está basado en acuerdos y decretos.
México no tiene un tipo de cambio dual, pero llegó a existir en los 1980s. En cuestiones de controles de capital, México mantiene 11 de los 13 controles de capital enumerados por el FMI, y esto no se ha mejorado después de 30 años, contrariamente a la narrativa.
Podemos decir que ha habido una reducción arancelaria importante cuando la economía era muy cerrada al comercio exterior, pero queda mucho por hacer para reducir la variación de aranceles aplicables para los países con los que México no tiene un Tratado de Libre Comercio, como China. Es importante reducir las barreras no arancelarias y hacer más ágiles los procesos de importación y exportación. Esto es importantísimo para la industria de exportación.
En el quinto componente del reporte, regulaciones crediticias, laborales y empresariales, México tiene una nota de 7.14/10 una mejoría cuando en 1980 la nota era de 4.8/10.
En regulaciones crediticias ha habido una gran mejora. En 1985 la mayoría de los depósitos estaban en bancos del gobierno, por la nacionalización de la banca. Este componente ha mejorado después de la privatización y la apertura a la competencia de la banca extranjera. Actualmente no hay tasas de interés negativas, como las había en los 1980s. En el 2018, el crédito iba en su mayoría para el sector privado. Sin embargo, pudiera haber peligro en este componente, ya que el gobierno con todos sus proyectos faraónicos pudiere absorber el crédito disponible dejando poco para el sector privado creando un efecto de expulsión, pero en alivio de lo anterior, el Banco de México, que es un organismo autónomo encargado de dar orden a los factores macroeconómicos del país, como el control de la inflación, puso a disposición del sector privado 750,000 millones de pesos, para el otorgamiento de créditos, aunque el sector privado no ha respondido favorablemente a este incentivo, quizás por cautela a la inversión.
En cuestión de regulaciones laborales México tiene una nota mediocre, y no ha mejorado mucho desde 1990, a pesar de las reformas laborales de 2012 promovidas por el presidente Calderón como iniciativa preferente. Porque la legislación laboral en México es nacional, no existen normas que liberalicen las contrataciones laborales y los despidos, tomando en cuenta las características particulares de cada localidad, sin tomar tampoco en cuenta la diversidad de empresas tanto pequeñas, medianas y grandes.
Recientemente con el Tratado de Libre Comercio de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y previamente a la celebración de dicho tratado, México ratificó un viejo tratado para garantizar la libertad sindical, habiéndose reformado la Ley Federal del Trabajo para ello, y el T-MEC estableció procedimientos para supervisar que dicha libertad tenga efectos reales.
En México es costoso despedir en tiempos de vacas flacas, lo cual impacta la contratación de jóvenes y personas que no tienen experiencia. Las empresas no contratan con el fin de despedir. Sin embargo, es necesario flexibilizar las disposiciones laborales ante las necesidades de reducción de personal, como en los casos de pandemias, a fin de poder despedir personal sin graves consecuencias financieras para las empresas. Hacer caro el despido, hace que las empresas piensen antes de invertir y contratar, ya que si se equivocan al contratar se hará difícil despedir. Hacer difícil probar el despido justificado, hace más costosa la contratación. Las regulaciones de trabajo rígidas abren la puerta a las acusaciones frívolas por parte de líderes sin escrúpulos. Por ejemplo, existen en la frontera abogados que buscan azuzar a los trabajadores contra las empresas y crear huelgas ilegales, para sacar beneficios personales.
En cuestión de regulaciones empresariales, aunque abrir una empresa no es muy costoso, ni obtener las licencias de operación, a las empresas les resta competitividad la falta de una función pública imparcial, sobre todo a nivel municipal. Esto último daña a que las empresas reciban un trato igual, porque solamente las personas que estén conectadas o que participen en la corrupción saldrán adelante en sus proyectos. El desarrollo empresarial debe estar abierto a toda lo población, no solo a algunas personas privilegiadas o personas cercanas al gobierno.
Está claro que México no es un país de bajos impuestos. El sistema legal deja mucho que desear y que no protege a todos por igual, y no da certidumbre jurídica. El sistema de competencia económica aún tiene que instrumentarse debidamente, ya que hay innumerables monopolios y prácticas monopólicas absolutas y relativas que no son evitadas y hacerlo cuesta mucho trabajo y dinero.
En comercio internacional hay mucho trabajo que realizar para reducir aranceles y barreras no arancelarias. En regulaciones laborales, empresariales hay mucho que hacer para crear regulaciones previsibles, transparentes que den certidumbre. Por estas razones no se puede decir que México sea “neoliberal”, ni mucho menos “ultra capitalista”.
Carlos Fernando Angulo Parra estudió Licenciatura en Derecho en la Universidad Iberoamericana (Jesuita), Maestría en Derecho Fiscal en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Doctorando en la Universidad de Salamanca en España. En la iniciativa privada ha trabajado en la firma global de asesoría legal Baker & McKenzie en la cual es socio retirado. Ha sido gran promotor de la industria de la manufactura de exportación. Fue diputado del periodo (2012-2015) y aprobó importantes reformas para la competitividad de México.