Por Ricardo E. Calvo MD PhD
Aunque hay diversidad de opiniones entre los lectores con respecto a la cuestión de la inmigración ilegal en los EE.UU., no hay duda de que aquellos que cruzan las fronteras sin el permiso o la autorización legal del país "anfitrión" no dejan de ser una fuerza invasora aunque sin armas o bajo la dirección estatal de sus países de procedencia.
Tratar de justificar la violación de las leyes vigentes en una nación basadas en el número de personas que la han infringido constituye una afrenta al concepto del Estado de Derecho que conlleva grandes consecuencias para el futuro. La carencia de cumplimiento con los conceptos del Estado de Derecho en la actualidad caracteriza a las sociedades de muchos países latinoamericanos y de aquellos pertenecientes a la esfera del "tercer mundo" en otros continentes.
Es vital considerar las razones por las que tantos individuos de otros países intentan entrar ilegalmente en los EE.UU.. Centrémonos un poco en las causas en esa relación universal de causa y efecto.
La mayor parte de los extranjeros indocumentados en los EEUU proceden de países donde impera el socialismo y el sistema económico es de tipo mercantilista y oligárquico, fomentando consecuentemente las actividades económicas marginadas (también conocidas como "mercado negro" o estraperlo) que permean todas las expresiones de iniciativa individual empresarial.
Ahogados económicamente por la maquinaria de regimentación estatal dentro del sistema "democrático", los ciudadanos deciden "votar con los pies" y emprenden el camino "del norte" donde todavía existe respeto por el esfuerzo individual y la propiedad privada.
Estas son las razones que lleva a millones a dejar atrás "el voto en las urnas" para buscar libertad económica más que "política" en la nación "del norte" que a diferencia de la que los vio nacer cree todavía en los principios enumerados en su Declaración de la Independencia: "Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad".
Entre las pancartas y declaraciones de los partícipes y organizadores de las manifestaciones callejeras a favor de los "inmigrantes" se pueden ver lemas y opiniones que se refieren al sistema político y económico de los EE.UU. como inhumano y sin compasión o misericordia por aquellos que abusando de la ecuanimidad de los EE.UU. han violado sus fronteras y disfrutado de sus libertades políticas y económicas negadas en sus países de origen.
Y entonces debe surgir la pregunta en la mente del resto de los ciudadanos: ¿Por qué los EE.UU. tienen que enfrentar una situación de esta índole? ¿Por qué los países que los socialistas consideran paraísos de los trabajadores y los desamparados económicamente no son centros de atracción para estos inmigrantes ilegales o legales?
¿Por qué ese interés inmigratorio hacia los Estados Unidos cuando la sociedad estadounidense es calificada de explotadora e inhumana por los mismos individuos que buscaron refugio bajo la Constitución de esta nación?
No hay recuento histórico de multitudes de extranjeros ilegales en la antigua URSS o en los países comunistas de la Europa Oriental. No hay intentonas de entrar tumultuosamente a Cuba, Corea del Norte, Vietnam o China Comunista. No se ven grandes masas migratorias hacia la India, Nepal o países como Venezuela, Bolivia, Nicaragua o la Argentina.
La presencia sin justificación de millones de inmigrantes ilegales en los EE.UU. después de todo, y con gran satisfacción para sus ciudadanos, es un testimonio del sistema de libre empresa y del respeto por la propiedad privada, constituyendo una prueba explicita e irrefutable de la superioridad del sistema político y económico donde la iniciativa individual es todavía remunerada y perduran las libertades individuales, haciendo de esta nación el "faro de libertad que todavía brilla" en el mundo.
