Por Roberto Álvarez Quiñones
¿Cuánta carne vacuna come hoy un cubano de a pie en la Isla? ¿Cuánta leche toma? Nadie lo sabe, ni tampoco que el consumo per cápita cubano de carne de res en 1958 fue de 6,7 libras mensuales (80,4 libras en el año), y el de leche fresca de casi medio litro diario.
Cuando Cuba era "explotada por el imperialismo" los abuelos y los padres comían al menos diez veces más carne de vaca y tomaban muchísima más leche que hoy sus nietos e hijos.
¿Quién sabe hoy en la Isla que el consumo cubano de carne bovina en 1958 fue el tercero más alto de Latinoamérica luego de Argentina y Uruguay? ¿Quién sabe que en 2019 el consumo latinoamericano promedio de carne de res fue de 10,6 libras mensuales per cápita (127,8 libras al año), mientras el de Cuba todo indica que no llegó ni a una libra mensual?
Se trata de cifras de la FAO, el Statistical Year Book de la ONU, el Ministerio de Hacienda de Cuba y el Departamento de Agricultura de EEUU, datos todos verificables en internet.
Lo cierto es que hoy es alarmante el déficit de proteínas en la dieta cubana, algo fundamental para el crecimiento, la reparación y mantenimiento de los músculos, tejidos, huesos y dientes. Los nutricionistas recomiendan ingerir 0,8 gramos de proteínas por kilogramo de peso corporal. Quien pesa 75 kilogramos (165 libras) debe consumir entre 55 y 60 gramos de proteína diarios. Y un filete de res de media libra contiene 60 gramos de proteínas, el mayor valor proteico de alimento alguno en la Isla.
El doble de población y se produce tres veces menos leche
Hace 63 años los 147.000 ganaderos cubanos (todos privados) con sus 940.000 vacas en ordeño, produjeron casi 1.000 millones de litros de leche fresca (960 millones), para 6,5 millones de habitantes (el casi medio litro diario ya mencionado). Hoy se producen 360 millones de litros, tres veces menos, y para 11,3 millones de habitantes. La gente sigue esperado el vasito de leche prometido por el general Raúl Castro hace 15 años.
Aquel casi millón de vacas en ordeño además de leche fresca permitían producir 1,5 millones de cajas de leche condensada (de 48 latas) en cuatro grandes fábricas. Ya en 1941 Cuba produjo 1,2 millones de cajas, y como el consumo nacional era de 400.000 cajas, exportaba el resto. La ganadería de Cuba de 1958 podría haber abastecido a la Cuba de 2021 con el doble de habitantes.
En el año previo al castrismo había en la Isla 6,6 millones de cabezas de bovinos, uno por cada habitante, y hoy hay tres habitantes por vacuno, 3,8 millones de cabezas para 11,3 millones de habitantes.
Créase o no, hay en la Isla actualmente 100.000 reses menos que en 1918, hace 103 años. Incluso en 1903 había 1,2 millones de bovinos para 1,2 millones de habitantes, una vaca por habitante.
Los cubanos, antes en la punta de América Latina en consumo de carne y leche fresca, ahora ocupan posiblemente el último lugar. Incluso hoy el consumo cubano per cápita de carne vacuna es mucho más bajo que el de Haití, de 3,3 libras mensuales. Y probablemente inferior a las 1,2 libras mensuales en Gambia, el más bajo de Africa, e inferior al de Etiopía (1,3 libras) o Ruanda (1,5 libras), dos de los países más pobres del mundo.
Fidel Castro y el socialismo acabaron con la ganadería
Esa catástrofe ganadera no fue causada por la naturaleza como asegura el régimen, sino por un par de hermanos que asaltaron el poder hace 63 años e implantaron el comunismo.
Sequías, huracanes, inundaciones y otros desastres naturales afectan a casi todos los países del mundo y la producción mundial de carne vacuna aumentó de 28 millones de toneladas en 1960 a 71,6 millones de toneladas en 2019. Los tres mayores productores en 2019 fueron EEUU (12,4 millones de toneladas), Brasil (10,2 millones) y la Unión Europea (ocho millones). Argentina produjo tres millones de toneladas. Son todos datos oficiales.
Pero Fidel Castro se autoproclamó sabio genetista y creó nuevas razas de vacas con el cruce de toros Holstein importados de Canadá, de clima frío, con las cálidas criollas vacas cebú. Surgieron así las vacas F-1 y F-2, híbridos débiles, enfermizos, sin gran valor en leche y carne, a los que su color negro les dificultaba soportar las altas temperaturas y resultaban casi indefensos ante los parásitos tropicales. Todos aquellos costosísimos planes lecheros fueron un desastre.
Hoy las vacas se mueren de hambre, y no por la sequía como asegura el régimen, sino por la desorganización y la desidia e improductividad inherentes al socialismo. Las reses están esqueléticas, apenas dan leche y carne. Las imágenes y fotos que llegan de la Isla son impresionantes.
Las vacas mueren de hambre, ¿pero es la sequía?
En la provincia de Camagüey, la más ganadera de la Isla, murieron más de 41.000 reses en 2020. Los burócratas del PCC y el Ministerio de la Agricultura culparon a la sequía con el argumento de que si un vacuno no bebe agua en 24 horas pierde el 10% de su peso corporal.
Pero el director de la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico, Julio Cesar Montalvo, dijo a la TV provincial que "los 54 embalses del territorio almacenan 777 millones de metros cúbicos de agua, la mayor capacidad de llenado de la última década para esta época del año". Y aseguró que aunque no lloviese más hay agua suficiente para terminar 2021 y el primer semestre de 2022. Si las vacas no toman agua es porque no se la suministran.
Camagüey antes de 1959 contaba con más de un millón de bovinos y hoy tiene solo la mitad. Debe suministrar el 40% de la leche fresca del país, y ya no llega ni al 22%. En 2020 solo produjo poco más de 70 millones de litros. Dejó de entregar 13 millones de los planificados.
De 161.449 vacas en edad reproductiva solo están siendo ordeñadas 74.995, el 46% de ellas. Y están en el plan de inseminación artificial solo el 34% de las vacas y novillas en edad reproductiva. Y esto pese a que esa provincia recibió 44 millones de dólares del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (de la ONU) para la ganadería.
Robo de ganado, un subproducto neto del socialismo
Reportes oficiales revelan que en Camagüey hay noches en las que se roban entre 30 y 120 reses. De allí sale carne y sus derivados para el mercado informal de La Habana y Varadero. Y no son delincuentes, sino comerciantes mayoristas del mercado negro, un subproducto neto del socialismo. Sin ellos casi nadie podría probar siquiera la carne vacuna.
Claro, corren el riesgo de ser condenados a siete o diez años de cárcel. Tan altísimo riesgo es cargado al precio de venta. Si a eso se suman la ya desesperante demanda y los costos de comercialización, se explica el precio de 150 pesos la libra de carne vacuna, y de 70 pesos la libra de queso en el mercado subterráneo.
En la provincia de Las Tunas, solo en el primer semestre de 2020 murieron 7.069 reses, 2.593 más que en todo el año 2019, según fuentes oficiales. Esa zona ganadera tunera está muy cerca de los dos ríos más caudalosos de Cuba: el Cauto y el Toa, y nada se hace para llevarle agua al sediento ganado. Encima, solo se prepararon para sembrar pastos 4.049 hectáreas y no las 5.077 planeadas.
Lo mismo ocurre en todo el país. Hay sequías, como en todas partes, pero en Cuba no se construyen lagunas y tranques de agua extraída con molinos de viento, o transportada en pipas desde represas y ríos. Tampoco se siembran suficientes pastos. A nadie le importa.
Y un último detalle de la Cuba "de antes". Según la FAO, a fines de los años 50 Cuba poseía la mejor ganadería tropical del mundo, y había desplazado a EEUU en la exportación hacia Latinoamérica de sementales de la raza cebú, unos 1.000 anuales.
Esta es, solo grosso modo, la "obra de la revolución cubana" en la ganadería vacuna.