Por Alberto Benegas Lynch (h)
La Prensa, Buenos Aires
Mark Zuckerberg -el creador de Facebook- sugiere que dentro de unos cinco años podrá concretar la posibilidad que la gente se calce unas gafas a través de las cuales podrá de modo virtual viajar, simular la comunicación con terceras personas vivas o muertas, retroceder en la historia o navegar en el futuro y participar de todo tipo de experiencias gratificantes. Es decir, fabricar un universo paralelo que el autor denomina metaverso que consiste en una denominada realidad virtual.
Aunque esto parece lejano en el tiempo, es de interés meditar sobre el asunto. En primer lugar y ante todo hemos aludido a la denominada realidad virtual porque lo real es lo que se opone a lo imaginario, ilusorio o inexistente, por tanto la expresión realidad virtual constituye una contradicción en los términos.
Entonces viene el asunto de fondo. El ser humano es la única especie conocida que tiene la facultad del libre albedrío y la consiguiente responsabilidad individual. Las demás especies no actúan, reaccionan, no proceden de acuerdo a propósitos deliberados de elaboración en cuanto a la relación fines y medios en el contexto de la racionalidad, por lo que en las otras especies carece de significación atribuirles moralidad y la consiguiente responsabilidad.
La no existencia
Ahora bien, no parece consistente con lo expresado que el fin del ser humano sea darle la espalda a la realidad y vivir en la pura fantasía, es decir, navegar en la no realidad sin reconocer sentido alguno a la vida y en verdad renunciar a una vida humana que, en su lugar, decide sustituir por la flotación en lo no real, en otros términos, apuntar a una no existencia.
Es similar a lo que sucede con los que recurren a drogas alucinógenas para usos no medicinales, a saber, salirse de la vida para internarse en una ilusión en este caso vía la adulteración de los sentidos, es decir, operar como si fuera un trozo de carne que hay que engañar. Triste destino para quienes cuentan con el atributo de la libertad de elección, en otras palabras, elegir no elegir sino simular.
El juego o el pasatiempo siempre se consideró lo contrario al trabajo, una diversión, o sea, divertir, separar o diferenciar de la ruta central. La simulación era un entretenimiento para niños para distraerlos pero ahora resulta que no solo algunos adultos toman en serio la necesidad de fingir sino que la consideran una forma de vida. Fingir que se vive no parece conducente a la actualización de nuestras potencialidades sino más bien a renegar de ellas. Una cosa es el necesario y refrescante recreo y otra bien diferente es convertir la vida en un recreo de ella misma.
Apoyo logístico
Las inmensas bendiciones de la tecnología deben aprovecharse para hacer de apoyo logístico a los propósitos humanos pero no para sustituirlos. Las apariencias no deben confundirse con la realidad. Es cierto que a veces la expresión virtualidad se utiliza inocentemente como opuesta a presencialidad, por ejemplo, cuando se dictan clases por aulas virtuales. Este empleo en nada contradice la realidad: en este caso es real que se dictan clases a distancia a través de dispositivos electrónicos, lo mismo que puede decirse metafóricamente que se mantiene un contacto telefónico a través de una conversación como si fuera presencial. Estos ejemplos no pretenden sustituir la realidad, convierten la relación en una realidad distinta, no hay ficción, simulación, engaño o irrealidad.
Nada habría que objetar de aquella mal llamada realidad virtual si se empleara como distracción y pasatiempo, pero como queda dicho el problema irrumpe cuando se pretende sustituir la realidad y enmascararla. De más está decir que en una sociedad libre todas las conductas deben ser respetadas mientras no de produzcan lesiones al derecho, nuestros comentarios apuntan a reflexionar sobre el sentido o sinsentido de la vida.
Clives Staples Lewis en su Cartas de Screwtape escribe que el personaje "recomienda a su sobrino que se mantenga apartado de la realidad", lo cual vuelve a subrayan en La abolición del hombre a los efectos de subrayar los peligros del relativismo y el empeño por alejarse de la verdad. En el caso que nos ocupa de la denominada realidad virtual, se esfuma la distinción entre proposiciones verdaderas y falsas en el contexto de la búsqueda de juicios que se correspondan con el objeto juzgado.
La tecnología puede utilizarse bien o mal. Desde el martillo en adelante que puede servir para romperle la nuca al vecino o para clavar un clavo, todas las maravillas tecnológicas de los últimos tiempos ayudan de modo exponencial al ser humano para lograr sus objetivos legítimos, aunque, reiteramos, puede también utilizarse para que los aparatos estatales controlen aun más a las personas y atropellen sus derechos o proceder a intervenciones quirúrgicas obligatorias para degradar al ser humano, pesadillas que se han descripto una y otra vez a partir del Gran Hermano orwelliano y similares.
Termino con una chanza respecto al bautismo de metaverso con que abrimos esta nota: como se dice en criollo, en definitiva la irrealidad propuesta "es puro verso", de eso trata el meta-verso.