
Por Ivan Eland
El Instituto Independiente
El gobierno de Estados Unidos ha cometido últimamente muchos errores en materia de política exterior, repitiendo incluso traspiés del pasado. Eso se debe a que el establishment de la política exterior estadounidense -el Departamento de Defensa, el Departamento de Estado, otras agencias gubernamentales, el Congreso y los medios de comunicación- sigue confiando en principios intervencionistas claramente probados y fracasados. En ocasiones, tanto el presidente Joe Biden como el expresidente Donald Trump han desafiado de manera loable a ese establishment. Algunos ejemplos son la insistencia de Biden en retirar finalmente todas las fuerzas estadounidenses de Afganistán, la apertura diplomática de Trump a Corea del Norte, y el insistente hostigamiento de este último en regañar a los viejos y acaudalados aliados por no gastar lo suficiente en sus propias defensas. Sin embargo, los dos presidentes fueron muy criticados por las élites de la política exterior en los medios de comunicación por desafiar los hábitos intervencionistas. Incluso durante el brabucón reinado de Trump, el establishment fue capaz de acorralarlo en la mayoría de las cuestiones atinentes a la política exterior, en gran medida porque afirmaba, lamentablemente con algo de razón, que la política exterior de Trump parecía destinada principalmente a beneficiar ante todo su propia fortuna personal y política. Al establishment le ha sido más fácil lidiar con Biden porque sencillamente éste lleva mucho tiempo en Washington, empapándose a fondo con los embriagadores, pero caros, vapores de ser una superpotencia mundial.