Raro es que en esta columna se comenten eventos de actualidad, pero creo que no se puede dejar pasar la oportunidad de comentar una guerra entre estados vecinos. La mayor parte de las guerras de este siglo han sido bien guerras civiles, esto entre facciones dentro de un mismo Estado que aspiran al dominio del mismo, bien intervenciones de alguna superpotencia o poder regional sobre otro Estado mucho más débil o en apoyo de alguno de los bandos en lucha en algún conflicto civil.
El 31 de marzo es el 90º del año del calendario gregoriano. Quedan 275 días para finalizar el año.
“That we are moving toward some form of National Socialism and away from our form of government seems hard not to believe.” Samuel B. Pettengill (1886-1974) -OnPower.org -
Hay quienes piensan que los salarios se pueden mejorar por decreto, idea vigente por varios siglos en el pensamiento económico utópico entre ciudadanos de buena fe, políticos que ignoran el funcionamiento de los mecanismos económicos, populistas y demagogos.
Salarios mínimos por ley es un mito, oponerse a ese espejismo no es estar a favor de salarios bajos, sino denunciar la manipulación de la pobreza y de los bajos ingresos de millones de personas con fines políticos, electorales o populistas.
Ni siquiera el famoso compositor ruso Dmitri Shostakovich, que fue un títere soviético, y el igualmente legendario director de orquesta alemán Herbert von Karajan, que era un simpatizante nazi, fueron "cancelados" en Occidente del modo en que los artistas, atletas, intérpretes e iconos culturales rusos están siendo censurados, intimidados y avergonzados en los Estados Unidos y Europa debido a las acciones criminales de Vladimir Putin en Ucrania.
Días pasados el profesor Steve Hanke, de John Hopkins University, sugirió en una entrevista de Infobae que la dolarización de la economía argentina era inevitable. Al respecto, personalmente organicé varios debates en Ucema con Jorge Avila y otros expositores sobre dolarización en 2018 y 2019, además de haber debatido el tema con el mismo Hanke, vía teleconferencia por satélite en los 90 (no existía Zoom, ni Skype ni nada parecido en esos años).
La última entrega de los Oscar tuvo el mérito de exponer en toda su dimensión la profunda crisis que está viviendo Hollywood. Esa crisis deriva de varios cambios tecnológicos en la industria del entretenimiento que hacen difícil su estabilidad tal como la conocíamos, pero también es consecuencia de algunas decisiones propias, como la inmersión apasionada y acrítica en la cultura “woke”, llamada así por el “stay woke” de los primeros movimientos sociales que proponían estar alerta de los prejuicios raciales y la discriminación.
Abro esta nota periodística con dos pensamientos, el primero es del premio Nobel de Economía Milton Friedman en su reiterada sentencia: “Las drogas son una tragedia para los adictos. Pero criminalizarlas convierte la tragedia en un desastre para la sociedad, tanto para los que las usan como para los que no las usan”. El segundo es del sacerdote John Clifton Marquis en Las leyes sobre drogas son inmorales, publicado en US Catholic: “La legislación sobre drogas ha producido el efecto exactamente opuesto a lo que esas leyes intentaron […] Las leyes sobre drogas aparentan ser benéficas, pero el defecto trágico de la moral de cosmética, igual que toda otra forma de cosmética, es que no produce cambios en la sustancia”. El default es moral.