
Por Robert Higgs
El Instituto Independiente
La mayor parte de los estadounidense manifiestan apoyo por la empresa privada. En este país, los socialistas absolutos son relativamente raros, excepto en los predios universitarios, e incluso los progresistas, que favorecen la reglamentación generalizada y la tributación gravosa, a menudo declaran que apoyan una economía de libre empresa—simplemente se oponen al “capitalismo desenfrenado”. Para muchos amigos sinceros del mercado libre, sin embargo, el mismo brilla tan solo como una estrella entre un montón de otras en su firmamento ideológico, y con respecto a un servicio críticamente importante, como es la protección frente a las amenazas externas, son partidarios de un proveedor gubernamental monopólico con una reputación establecida por su ferocidad temeraria e innecesaria. Así, entre los notables defensores de la empresa privada se incluyen tanto los halcones (Ej., Thomas Sowell, George Shultz, Walter Williams) como las palomas (Ej., Thomas Gale Moore, David Henderson, Donald Boudreaux) en sus opiniones acerca de la política exterior y militar de los Estados Unidos.