Por Adam B. Summers
El Cato Institute publicó recientemente su Índice de Libertad Humana 2022. Las noticias no son buenas, revelando un amplio descenso de la libertad en todo el mundo en 2020.
"La mayoría de las áreas de libertad cayeron, incluyendo descensos significativos en el Estado de derecho y la libertad de movimiento, expresión, asociación y reunión, y la libertad de comercio". Sobre la base de esa cobertura, el 94,3 por ciento de la población mundial habita en jurisdicciones que vieron una caída en la libertad humana de 2019 a 2020", concluye el informe.
El "descenso precipitado en 2020 afectó a todas las regiones del mundo, incluidos los países ricos y pobres y las democracias y no democracias, colocando a la libertad global a un nivel muy por debajo del que tenía en 2000, anteriormente el punto más bajo en las últimas dos décadas", continuó.
El significativo descenso se atribuye a las políticas gubernamentales implementadas en respuesta a la pandemia de coronavirus.
"No cabe duda de que la pandemia de coronavirus fue calamitosa para la libertad humana en general", afirmaba el informe. "La pregunta clave en los próximos años es si los gobiernos revertirán totalmente las restricciones a la libertad relacionadas con la COVID-19 a medida que la pandemia se modere o si algunos seguirán ejerciendo el control adicional y el poder de gasto del que se han apropiado durante la pandemia."
Los informes sobre la Libertad Económica de América del Norte y la Libertad Económica del Mundo del Fraser Institute revelaron de manera similar que las políticas gubernamentales contra el COVID-19 habían provocado un importante retroceso de la libertad, tal como lo señalé en una columna reciente para The Hill.
"Las respuestas políticas a la pandemia de coronavirus, incluidos los masivos incrementos del gasto público, la expansión monetaria, las restricciones a los viajes, las reglamentaciones sobre las empresas relacionadas con el uso de barbijos, horarios y capacidad, y los cierres totales, contribuyeron sin duda a una erosión de la libertad económica para la mayoría de las personas", concluyó el informe.
El informe de Libertad Económica de América del Norte, como sugiere su título, se centra más en la libertad económica, pero nos permite profundizar a nivel estatal. Florida clasificó como el más libre económicamente, seguido de New Hampshire, South Dakota, Texas y Tennessee. Siguiendo un patrón similar al de muchos otros análisis (y patrones de migración interestatal), California ocupó el puesto 49, sólo superado por New York.
Como señalé en la columna para The Hill,
Estos resultados no son una novedad para California. Numerosas encuestas e informes que analizan diversos indicadores económicos han situado sistemáticamente a California en los últimos puestos, o cerca de ellos, de todos los estados en cuanto a libertad económica y clima empresarial. El estado ocupó el puesto 48 en el 2023 State Business Tax Climate Index de la Tax Foundation, ha sido apodado uno de los mayores "Infiernos judiciales" del país por la American Tort Reform Foundation por fomentar demandas frívolas y abusivas, recibió una calificación de "F" en la más reciente Small Business Friendliness Survey de Thumbtack y se ubicó en el último lugar -nuevamente- en la encuesta anual de la Chief Executive Magazine sobre los mejores y peores estados para los negocios, realizada a CEOs de todo el país (Texas, Florida y Tennessee dominan la parte superior de la clasificación -deténganme si esto les resulta familiar).
No es de extrañar, pues, que "California haya sido un exportador neto de empresas durante al menos tres décadas", según el 2022 Cost of Doing Business Survey del Kosmont-Rose Institute del Claremont McKenna College. El estudio encontró que, de 1990 a 2019, un 44% más de empresas abandonaron California de las que se mudaron allí desde otros estados, lo que resultó en una pérdida neta de casi 20,000 empresas.
Debido a la existencia de tantos estudios y sondeos que ilustran el pobre historial de California en lo que respecta al intervencionismo y las restricciones a la libertad, no tuve espacio para mencionar el reciente trabajo de investigación de la Hoover Institution que señalaba que 352 empresas habían trasladado su sede fuera del estado entre 2018 y 2021, incluidas empresas de la lista Fortune 500 como McKesson, Tesla, Oracle, Hewlett Packard y Charles Schwab (todas las cuales se trasladaron a Texas, por cierto).
Tampoco tuve espacio para destacar el informe sobre la Libertad en los 50 Estados 2021 del Cato Institute. Uno podría pensar que, con un gobierno tan liberal y supuestamente tolerante, California podría compensar su escasa libertad económica con una fuerte protección de las libertades personales, pero, aunque no tan mala como su desempeño económico, el estado solo es mediocre en materia de libertades personales. En el informe sobre la Libertad en los 50 Estados 2021, California no sólo obtuvo, como era de esperar, malos resultados en lo que atañe al bolsillo (48º en libertad económica y 50º en política reguladora), sino que también obtuvo un mediocre 26º puesto en libertades personales.
Existe una gran cantidad de literatura económica que ilustra la relación entre una mayor libertad y una mayor riqueza, salud y otras mejoras en la calidad de vida, pero quizá lo más revelador sea dónde elige vivir la gente. Ya existía una tendencia a desplazarse de estados restrictivos e intervencionistas a otros que ofrecían mayor libertad personal y económica. Este patrón tan solo se aceleró cuando muchos estados impusieron cierres arbitrarios e ineficaces y otras disposiciones durante la pandemia de coronavirus. Queda por ver si los responsables políticos aprenderán algo de esta lección o si la brecha de libertad seguirá creciendo entre los estados.
Traducido por Gabriel Gasave
Adam B. Summers es Investigador Asociado en el Independent Institute.