Por Miguel Anxo Bastos Boubeta
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Como decía el viejo reaccionario Marcelino Menéndez Pelayo en el prólogo a su monumental Historia de las ideas estéticas en España, vamos a adentrarnos en áridas lecturas para el verano, para que los días de ocio del verano tengan un uso lo más productivo posible. Como siempre, manifiesto que son precisamente estas fechas, en las que las preocupaciones por el trabajo disminuyen y tenemos más tiempo de ocio, las más adecuadas para confrontar libros de cierta enjundia intelectual. Libros que precisan de tiempo y reflexión. Pero con mi selección trato de garantizar que el esfuerzo merezca la pena. Por ello propongo una serie de libros que han llamado mi interés en los últimos años y que entiendo no son aún muy conocidos entre los lectores de la página del Instituto Juan de Mariana.
La virtud del nacionalismo
En primer lugar, propongo un libro que sin duda se convertirá en un clásico con el paso del tiempo. La virtud del nacionalismo de Yoram Hazony editado en castellano por Homo Legens, en 2021. Es un libro que podría resultar extraño a los liberales acostumbrados a ver las naciones como un atavismo y como algo opuesto a la popperiana sociedad abierta. Que las ve como algo asimilable a un supuesto espíritu de la tribu. Pero es en su esencia un libro profundamente liberal, pues entiende como una de las principales amenazas a la libertad la posibilidad de un gobierno mundial. Y ve a las naciones como una de las principales barreras a la configuración de tan indeseable, por lo menos para mí, de tal forma política.
En efecto, si algo frena la centralización del poder es la existencia de fuertes sistemas de valores como las tradiciones, idiomas o costumbres compartidas que conforman las naciones y que impiden que los macroproyectos de unificación política tengan éxito. Pues la lealtad a estos valores nacionales es mayor que la artificial creencia en etéreos valores cosmopolitas. Es un libro que sorprenderá a muchos y que va contra lo que se entiende como mainstream en muchos liberales hispanos, pero es sólido y bien razonado. Un auténtico descubrimiento.
España, proyecto inacabado
Nunca he dejado de señalar la importancia del cultivo académico de la escuela partiendo de los principios económicos de la escuela austríaca. Los marxistas han entendido muy bien la importancia de contar con un discurso histórico solvente partiendo de los principios del materialismo histórico. Y han desarrollado una historiografía de gran calidad. Una obra que después permear el discurso político o económico, incluso entre teóricos que no comparten el paradigma marxista, al tener que hacer uso de los estudios que existen que son en su gran mayoría próximos a esta escuela de pensamiento. Por eso son de agradecer estudios como los del historiador, por desgracia fallecido hace unos días, Antonio Miguel Bernal. Destaco especialmente su libro España, proyecto inacabado: Costes y beneficios del imperio, editado por Marcial Pons en 2007.
El profesor Bernal fue un gran especialista en la historia económica del imperio español, como se puede constatar en este magnífico y premiado libro. Descubriremos cómo el imperio, como bien enseñan los austríacos, no trajo ventajas al pueblo español. Sí las reportó, en cambio, a sus gobernantes. Muestra cómo la financiación de la conquista de Indias se llevó a cabo con financiación mayoritariamente privada o las causas de las sucesivas bancarrotas que azotaron a Felipe II ya desde su llegada al trono español.
Monarquía e imperio
También nos señala que buena parte de la inflación que azotó a España en aquellos tiempos no fue debida tanto al oro o la plata americanos como al curso forzoso de la deuda pública hispana, los famosos juros, emitida en grandes cantidades para financiar las aventuras bélicas del emperador Carlos V. Un hombre que sólo en parte puede ser considerado español.
En otro de sus libros, Monarquía e imperio, nuestro autor explica la alegría de buena parte de la nobleza flamenca al saber que Carlos, uno de los suyos, accedería al trono de Castilla y de Aragón. Vieron una magnífica oportunidad de obtener cargos y saquear fiscalmente los territorios de los reinos ibéricos. En su lectura parece más que fueron los hispanos los que fueron dominados por los flamencos y no al revés. Luego es lo contrario de lo que solemos entender por aquí.
No estoy cualificado para responder a esa cuestión, pero todo parece apuntar a que nuestro profesor tiene razón y que por lo menos al comienzo de su reinado así fue. En cualquier caso, merece la pena leer a unos de los pocos historiadores que he leído que citan a Rothbard y a otros austríacos entre sus fuentes. El resultado desde luego es magnífico, y espero que abra la puerta a que otros historiadores de otras tierras u otros tiempos sigan su camino.
El colapso de las naciones
Otro libro que me gustaría destacar es el de un autor al que creo que ya me he referido en alguna otra ocasión Leopold Kohr. Esta vez destacaré su libro El colapso de las naciones, editorial Virus, 2018. Kohr no es exactamente un anarquista. Ni siquiera un defensor del mercado o el capitalismo. Pero sí es un pensador que elabora ideas que pueden ser muy interesantes para reforzar nuestra postura.
El libro ilustra de forma muy convincente las ventajas de la desunión política y de las ventajas de la competencia entre estados para favorecer la libertad, sea esta económica o civil. Su receta, expresada también en libros como El Superdesarrollo, es la de favorecer la pluralidad de unidades política. Es justa su reivindicación del pasado político de Europa, caracterizado por su asombrosa, para los días de hoy, fragmentación.
También nos advierte de los peligros de la centralización y de la creación de estados de grandes dimensiones. El ejemplo de la unificación de Alemania es uno de ellos. El autor lo achaca a los desvaríos jacobinos de la revolución francesa y de su célebre continuador, Napoleón. Éstos pretendieron unificar a Europa bajo los principios supuestamente ilustrados de los revolucionarios en armas. Desde la unificación de Alemania, para nuestro autor, todo fueron desgracias, concretadas en dos grandes guerras. Es interesante al respecto el matiz que hace el autor de que la primera guerra mundial fue una guerra no de pequeñas naciones sino de imperios, alguno de ellos a escala mundial como el británico. Una gran y desmitificadora lectura para este verano.
La amenaza de huelga
Cambiando de tema, me gustaría mencionar en esta lista un clásico de la economía laboral austríaca, La amenaza de huelga, W.H. Hutt, editado por Unión editorial en 2016. Siempre he comentado que uno de los principales límites de la escuela austríaca es su énfasis casi exclusivo en el dinero, la banca y la economía financiera. Y su relativa desatención de otros ámbitos de la vida económica, como el que se refiere a las cuestiones laborales. De hecho, si queremos estudiar el tema, tenemos casi siempre que recurrir al estudio de clásicos como el citado aquí. Carecemos de estudios recientes. Esto se hizo evidente hace poco con el Nobel otorgado a Card y Krueger, dos economistas defensores de la regulación laboral y partidarios de los salarios mínimos.
El economista sudafricano William Harold Hutt ha dedicado buena parte de su obra la estudio de políticas públicas, pero muy en especial las laborales. De hecho, dedicó dos grandes estudios a esta área de políticas, La contratación colectiva y el que estamos estudiando, que es para mí, sin duda, el mejor de los dos. Sigue siendo un libro que resiste muy bien el paso del tiempo. En él se analizan las consecuencias económicas del ejercicio del derecho de huelga en una sociedad industrial moderna.
Conflilcto y descapitalización
Su principal conclusión, entre otras muchas, es la de que las inversiones y, por tanto, la formación de capital, se reducen mucho en aquellos sectores económicos más propensos a padecer huelgas. En conclusión, los sectores más sindicalizados o en los que las huelgas son más fáciles de llevar a cabo, estarán infra dotados de capital. Se desarrollarán menos de lo que lo harían en una situación de paz laboral, mientras que los capitales se desplazarán a sectores menos propensos al conflicto.
En cualquier caso, la amenaza de huelga a la que se refiere el autor tiene como consecuencia distorsionar la estructura de producción. Ello dificulta una correcta asignación de los factores. En definitiva, es un gran y olvidado libro, con el que no estoy de acuerdo en todo, pero que por lo menos contribuye a la apertura de la economía austríaca a otros sectores de la vida económica.
La utopía nazi
Otro libro que tuvo poca fortuna entre nosotros, o por lo menos percibo que no es muy conocido, es el de Götz Aly, La utopía nazi, Crítica, 2006. En principio es un interesante estudio de historia económica centrando en el análisis de las relaciones económicas entre la Alemania nazi y los estados europeos conquistados por ella en el curso de la segunda guerra mundial. Pero para al lector de esta página le será de mucho interés los ingeniosos sistemas de expolio y predación que se usaron para extraer riquezas de los pueblos sometidos. Aparte de una máquina de guerra criminal, el estado nazi fue una organización muy eficaz a la hora de extraer rentas para sus jerarcas y en menor medida para sus tropas. A ellas las quería mantener leales, permitiéndoles pequeños expolios por su cuenta. Este mecanismo lo explica muy bien S. Andreski en su genial Parasitismo y subversion en América latina.
Aparte de los tradicionales saqueos y requisas propios de toda guerra de conquista, desde el comienzo de los tiempos, los nazis usaron sofisticadas estrategias de guerra económica para hacerse con las riquezas de los países derrotados. En el libro se describen varias, pero no me resisto a citar uno. El uso de una tasa de cambio forzoso artificialmente alto a favor del marco frente a las divisas de los sometidos. El objetivo es extraerles su riqueza aparentemente a través del pacífico comercio. La segunda guerra mundial dio lugar a muchos fenómenos monetarios que no han recibido toda la tención que se merecerían. Como se puede constatar en el libro, no se hicieron precisamente para atender a las necesidades del comercio.
El libro del hombre de bien
Por último, y muy brevemente, no me resisto a citar una pequeña joya, El libro del hombre de bien, de Benjamin Franklin. Está editado en los años 40 por Austral, aunque hay ediciones más recientes. En nuestros tiempos no es frecuente ofrecer libros que enseñen buenos principios económicos y morales a los niños, como el ahorro y el trabajo. Este viejo libro, aún vigente, sigue siendo ameno y sigue siendo una buena lectura para crear hombres y mujeres probos y ahorrativos. A pesar de ser escrito en el siglo XVIII, la mayoría de sus principios y valores siguen siendo vigentes. Hay ideas de ayer que valen y deben seguir valiendo para hoy.
Tengan un feliz verano.
Serie lecturas veraniegas con el profesor Bastos