Por Eduardo Marty
Ludwig Von Mises (1881-1973) fue el economista más destacado de la Escuela Austriaca de Economía (Hayek-Menger-Bohm Bawerk). Destacados discípulos continuaron su obra, como Murray Rothbard (padre intelectual del Movimiento Libertario de los Estados Unidos), Israel Kirzner (profesor emérito de la Universidad de New York) y Hans Sennholz (destacado economista de temas monetarios y decano del Departamento de Economía de la Universidad de Grove City).
Entre sus obras más destacadas se encuentra “La Acción Humana”, un tratado completo de economía; “Socialismo”, en donde demuestra la imposibilidad del cálculo económico en economías sin propiedad privada y por lo tanto sin precios de mercado; “Teoría de la Moneda y el Crédito”, en donde explica la teoría monetaria y el origen de los ciclos económicos, y “Liberalismo”, en la que desarrolla el marco jurídico necesario para que una economía pueda prosperar.
Por su parte, Ayn Rand (1905-1982) fue una destacada novelista y fundadora de la filosofía del Objetivismo. Entre sus obras se encuentran los best sellers “El Manantial” y “La Rebelión de Atlas”, destacadas novelas, y libros de texto, tales como “La Virtud del Egoísmo” (ética), “Capitalismo, un Ideal Desconocido” (política), “Introducción a la Epistemología Objetivista” (epistemología) y “Filosofía, quien la Necesita”.
Ambos son a mi juicio los principales exponentes del pensamiento liberal del siglo XX, aun cuando tanto Milton Friedman (escuela de Chicago) como Friedrich Hayek (discípulo de Mises) y Murray Rotbard (también discípulo de Mises) les disputan ese honroso lugar.
Mises y Rand vivieron durante un largo periodo de sus vidas en la ciudad de NY; un amigo en común de ambos, Henry Hazlitt, viendo la estatura intelectual de ambos fue quien los puso en contacto y los familiariza con sus respectivas obras.
También cabe destacar la influyente presencia del destacado empresario, Leonard Read, fundador de la “Fundación para la Educación Económica”, cuya sede se encontraba a pocos kilómetros de la ciudad de NY. Fue Read quien atrajo a Mises a la ciudad e influyó para que se le otorgara una cátedra en la Universidad de NY. También fue Read quien cultivó la amistad con Henry Hazlitt, quien escribiría más tarde el célebre libro “La Economía en una Lección” y “Los errores de la Nueva Ciencia Económica” (crítica detallada a las ideas de Lord Keynes).
Hazlitt, quien cultivaba la amistad y admiraba a Mises y a Rand, organizó una comida e invitó a ambos matrimonios a compartirla, pero la cena no salió como esperaba. A pesar de muchas ideas compartidas, afloraron esa noche importantes discrepancias: Rand atribuía el desastre nazi del cual había escapado Mises, a la influencia del pensamiento de los grandes filósofos del postmodernismo alemán (principalmente a Kant, quien a su vez se había dejado influenciar por Rousseau) acusando a estos pensadores de irracionalistas, altruistas y colectivistas. Mises, por su parte, negaba esta responsabilidad, atribuyendo el salvajismo nazi a su nacionalismo exacerbado, su odio al extranjero y a su amor por la guerra, a la que consideraban como una forma superior de la existencia humana.
Rand acusaba a Kant de degradar a nuestros sentidos y a la realidad que nos rodea; Kant llamaba a este mundo “fenomenológico” y de pura “apariencia”, mientras sostenía que el mundo verdadero era el “noumenal”, al que sólo se podía acceder mediante la “fe” (no en base a la lógica o a e mundo, la razón). Tampoco la felicidad era importante para Kant, en cambio sí lo era la obediencia al deber. Rand acusaba a Kant no solo de bastardear la utilidad de la razón humana sino de poner en conflicto nuestros intereses como seres humanos con los intereses sociales.
Rand sostiene que al atacar a los sentidos (por no transmitir información “diáfana”), Kant sostenía que la razón se dejaba engañar por las apariencias. Según Rand, Kant estaba intentando salvar el mundo antiguo y las tradiciones de los ataques del Iluminismo y la modernidad y revalidar la fe como medio para llegar a la verdad. Rand sostuvo que la República de Weimar se basaba en el irracionalismo, el altruismo y el colectivismo kantiano.
Mises, en cambio, argumentó que la responsabilidad de Kant era limitada y que era un “defensor de la paz entre naciones”; Mises atribuyó la barbarie nazi a su amor por la guerra a la que consideraban como “una forma superior de la existencia humana”; también al odio al extranjero y, por último, a sus ideas mercantilistas y militaristas.
Otro punto de discrepancia era la negativa de Mises de aceptar la existencia de una moral objetiva. Rand contra argumentaba que solo la existencia de una moral objetiva permitía justificar la vigencia de los derechos individuales (vida, propiedad y libertad para la búsqueda de la propia felicidad); también argumentaba que sin una ética objetiva era imposible demostrar la perversidad de la exigencia nazi del sacrificio individual en beneficio “del bien común” o de la raza aria; mientras para Rand el mundo conceptual y la ética eran claves para Mises el problema era la falta de comprensión de los beneficios del comercio y de la cooperación social por parte del pueblo alemán. Según Mises, el problema alemán estaba basado en la creencia errónea que para sobrevivir había que ser fuertes y expansivos y para ello era necesario tomar recursos y territorios extranjeros, creencia generalizada de los intelectuales de la época. Para Mises, las ideas filosóficas no eran básicas; la vida económica, en cambio, sí lo era. Rand insistió en que el problema radicaba en una mala filosofía. Mises, en una mala economía.
Una discusión similar había mantenido unos meses antes Rand con Read. Leonard Read fue el creador de la Fundación para la Educación Económica (FEE), el primer instituto libertario de los Estados Unidos. Read inspiró a Alberto Benegas Lynch (padre) y Manuel Ayau para que fundaran respectivamente el Centro de Estudios sobre la Libertad de Buenos Aires y la Universidad Francisco Marroquín en Guatemala.
Read pidió consejo a Rand sobre su idea de fundar un Instituto de Educación Económica, pero la respuesta de Rand no fue favorable: “La gente no abraza ideas colectivistas porque sostienen malas ideas económicas; la gente acepta malas ideas económicas porque han abrazado previamente ideas colectivistas; no se puede revertir causa y efecto; no se puede destruir la causa combatiendo el efecto; no se pueden eliminar los síntomas de una enfermedad sin atacar a los gérmenes que la provocaron. La economía marxista ha sido refutada y desacreditada hasta el cansancio; la economía capitalista jamás ha sido refutada; sin embargo, la gente sigue aceptando ideas marxistas; la gente sabe que la economía marxista es pura estupidez y que no funciona. Los ejemplos abundan y, sin embargo, eso no les impide seguir eligiendo políticas populistas y de izquierda. ¿Por qué? Porque lo que determina el tipo de economía que una sociedad tendrá, dependerá de lo que la gente acepte como el ideal moral de su sociedad; si los ideales morales de la gente son colectivistas (redistribución de ingresos, igualdad mediante la ley, justicia social) será imposible que la gente acepte una economía respetuosa de la propiedad privada, del libre comercio y del capitalismo. A menos que logremos convencer a la gente de que la justicia social es injusta, de que la redistribución de ingresos es inmoral y de que la igualdad mediante la ley es contraria a la justicia, una sociedad libre será inviable. Una vez que se comprenda que la batalla intelectual es de orden moral (la economía es un complemento), vendrá la segunda parte de la batalla: identificar al egoísmo, al autointerés racional como la moral apropiada para combatir al colectivismo”.
A fines del siglo XIX, el liberalismo intentó dar una última batalla en contra del colectivismo triunfante que se asomaba al siglo XX. Los encargados de librar la batalla fueron John Mill, John Stuart Mill (su hijo), Herbert Spencer y Francis Bacon. Pero la batería de argumentos que utilizaron fueron mayormente utilitaristas (”el mayor bien para el mayor número”). Sin saber validar la razón y el mundo conceptual por un lado, y los fundamentos éticos de los derechos individuales, terminaron fracasando y el resultado fue el regreso del colectivismo.
Las ideas morales que aún se enseñan en las principales universidades de Occidente provienen del postmodernismo alemán y francés. El objetivismo, la filosofía de Rand, ofrece una defensa radical del capitalismo repleta de argumentos imbatibles de carácter epistemológico y ético. Una defensa eficaz de la modernidad requerirá el abandono del subjetivismo y escepticismo epistemológico y el abandono del relativismo ético. Es hora de regresar a la experiencia y a la razón combinadas, como fuente de conocimiento, a una visión optimista de la naturaleza humana y de su potencial y a una visión individualista y contractual de la existencia humana que valide la búsqueda de la propia felicidad como meta deseable y viable. Libertad, mercados libres, ciencia, descubrimientos, creatividad, espíritu emprendedor y estética romántica van juntas. La mentalidad tribal, el odio y temor al progreso, la evasión y el regreso a los instintos y a la mentalidad anti-individualista, el no aceptar la existencia de principios morales objetivos, también van juntos y unidos en su intento de mantenernos estancados en tradiciones oscurantistas.
Luego de leer “La Rebelión de Atlas”, Mises envió una carta a Rand felicitándola y llamándola “el hombre” más valiente de los Estados Unidos.
El autor es Presidente de FEF-FRI