Por Warren Orbaugh
República, Guatemala
En el artículo anterior, terminé con la siguiente cita de Ayn Rand:
“Ninguna proposición que forma el hombre es verdadera si no puede integrarse sin contradicción con la suma total de su conocimiento.”
Por ejemplo, ¿hay contradicción en la siguiente idea?: “Bajo el socialismo es imposible el cálculo económico.” Esta pregunta no se puede responder con solo plantearla. Hay muchas preguntas que considerar antes para poder tratar lógicamente este asunto. Hay que examinar toda la ciencia de la economía y su base filosófica, la naturaleza del hombre, y conocimiento de historia, para llegar a una conclusión lógica.
Para integrar algo en el conjunto total del conocimiento de uno, hay dos etapas.
Primero, uno verifica la coherencia y consistencia del nuevo elemento con su “pariente más cercano” formando así su contexto inmediato. Uno debe preguntarse: ¿Cómo se relaciona esto con las cosas de la categoría subsiguiente más amplia, con su genus? ¿Cuál es la causa inmediata de la cosa y del conocimiento que uno tiene de ésta? ¿Cuáles son sus aplicaciones directas, así como sus implicaciones? ¿Cuáles son otros ejemplos o instancias de esto?
Lo que uno busca son conexiones y verifica posibles contradicciones.
La segunda etapa de integración es más amplia. Uno se establece una orden permanente de seguir el proceso de integración en el futuro, estando alerta para detectar aquella información adicional que pueda conectarse con lo concluido previamente.
La adopción de la citada medida de integrar información adicional, es decir, mantener el contexto, comprende, no solo a la aplicación sino también a la adquisición de conocimiento. Al aplicar conocimiento, uno debe poner atención en los detalles específicos del caso.
Los conceptos y las generalizaciones no pueden tratarse como fórmulas o regla memorizadas sin contexto. La aplicación del conocimiento, mecánicamente, contextualmente a ciegas, constituye la falacia del accidente. Un ejemplo de esta falacia reza así: “Cortar a la gente con cuchillo es un crimen. Los cirujanos cortan a la gente con cuchillo. Por tanto, los cirujanos son criminales.”
Ayn Rand denominó la falacia más amplia como “botar el contexto”: que es ignorar hechos disponibles que alterarían o contradecirían las propias conclusiones. Una manera de “botar el contexto” se ve en el comportamiento irrazonable. Una acción es irrazonable si se deriva de evadir las consecuencias a largo plazo. Por ejemplo el alcohólico que continúa su mal hábito engañándose con la afirmación de que a él, el abuso del licor no le hace daño. Es “botar el contexto” funcionar en base a visión de túnel que limita el rango de lo que uno ve al aquí y ahora. Toda acción que sacrifica el largo plazo al corto plazo es “botar el contexto.”
Peikoff nos da un ejemplo de “botar el contexto” en su análisis del apaciguamiento de Hitler por Neville Chamberlain en la conferencia de München en 1938:
“Como ejemplo, considere el argumento de Neville Chamberlain a favor de apaciguar a Hitler después de la conferencia de Munich de 1938. “Hitler”, dijo en efecto, “demanda Checoslovaquia. Si cedemos, su demanda será satisfecha. El resultado será la paz en nuestra era.”
El sr. Chamberlain trató la demanda de Hitler como un hecho aislado que debía tratarse con una respuesta aislada; para hacer esto, tuvo que botar una cantidad inmensa de conocimiento. No relacionó las demandas de Hitler al conocimiento, ya obtenido, de la naturaleza del nazismo; no preguntó por causas. No relacionó las demandas con su conocimiento de demandas similares por naciones agresoras o aún por matones locales a través de la historia; no pidió principios. No relacionó su propia política al conocimiento de la humanidad de los resultados del apaciguamiento; a pesar de múltiples indicaciones, no se preguntó si su capitulación, además de satisfacer a Hitler, también lo envalentonaría, aumentando sus recursos, alentando a sus aliados, socavando a sus oponentes, y así consiguiendo lo opuesto de su propósito declarado. Chamberlain no se preocupó de ningún aspecto de una situación compleja, más allá del único punto que eligió considerar aisladamente: que quitaría la frustración inmediata de Hitler.” [i]
El resultado de haber botado el contexto lo conocemos: la segunda guerra mundial.
Entre más trabaja uno en la integración, mejor es el archivo y más fácil es integrar material nuevo. La labor de integrar se vuelve así, progresivamente, cada vez más eficiente. Y desde luego, uno no se pone a integrar aleatoriamente. Si uno ha formado sus conceptos apropiadamente, los archivos o carpetas mentales tendrán una estructura jerárquica, lo cual ayuda al proceso de integración.
La integración de una idea con el contexto completo es una actividad más compleja y demandante que la simple acción de combinar dos premisas en un silogismo. La integración apropiada consiste en un proceso a conciencia de verificar la idea contra los esenciales de todo el conocimiento de uno, buscando posibles contradicciones o datos en contra.
También requiere la integración apropiada, el compromiso de pensar de nuevo si en el futuro aparecieran hechos problemáticos o interesantes.
El que el conocimiento sea contextual, tiene implicaciones importantes para el campo de la epistemología:
1. El estándar para juzgar la validez de una idea debe tomar en cuenta la naturaleza contextual del conocimiento.
2. Ningún estándar cognitivo puede requerir que uno tenga más conocimiento del que es posible tener en una etapa determinada del desarrollo cognitivo.
3. Ningún estándar cognitivo puede requerir que para que uno tenga certeza, uno tenga que ser omnisciente.
4. Ningún estándar cognitivo puede invalidar o degradar el conocimiento actual por ser contextual.
5. El estándar cognitivo debe ajustarse a la realidad, y no empezar con una fantasía –la omnisciencia, ni rebajar lo que es real por referencia a lo arbitrario u onírico. [Binswanger 1981]
6. El estándar cognitivo debe juzgar por referencia a lo que es posible dentro del contexto de conocimiento disponible.
7. El hombre no puede saber más de lo que ha descubierto, y no debe saber menos de lo que indica la evidencia, para que sus conceptos y definiciones sean objetivamente válidos.
Si una idea se fundamenta en la observación y está integrada sin contradicción con todo el conocimiento disponible, esa idea es válida.
[i] Peikoff, Leonard. Objetivismo: La Filosofía de Ayn Rand, pag. 124