Por Álvaro Vargas Llosa
Este articulo, publicado originalmente el 28 octubre 2005, fue el primero de esta bitacora. Al cumplirse un nuevo aniversario de aquellos hechos del 1 de diciembre de 1955, lo volvemos a compartir con nuestro lectores.
El mejor artículo que he leído acerca de Rosa Parks desde su muerte, hace unos días, es un texto de Thomas Sowell que explica cómo el sistema político hizo posible la segregación racial en el transporte público a comienzos del siglo 20 en los Estados Unidos. Rosa Parks es la mujer de raza negra de Alabama que al negarse a ceder su asiento a un hombre de raza blanca que se lo exigía, disparó el llamado movimiento de "derechos civiles" en los años 50 y 60. Según Sowell -que además de uno de los intelectuales más lúcidos de Estados Unidos es él mismo de raza negra-, luego de que se prohibiera a los negros votar bastó un pequeño número de blancos para que el sistema político aprobara y aplicara las leyes conocidas como "Jim Crow" que impusieron la segregación racial en el transporte público. Como los negros ya no podían votar y la mayoría de los blancos veían este tema con indiferencia, había un incentivo para que el sistema político aprobara y aplicara estas leyes.
Este es, exactamente, el problema fundamental de cualquier sistema democrático cuando no está limitado por el Derecho. Digo bien Derecho y no legislación-es decir, el conjunto de principios morales que hacen la civilización posible y que se sitúan por encima de la voluntad o capricho de los legisladores. El premio Nobel Friedrich von Hayek escribió tres poderosos volúmenes precisamente acerca de cómo la democracia ha sido pervertida por el sistema político imperante y se ha constituido en una especie de tiranía de la mayoría en la que la "mayoría" no es ni siquiera una realidad numérica sino cualquier grupo capaz de influir en la maquinaria legislativa -y el Estado en general- por la vía del proceso democrático.
El surgimiento de leyes que impusieron la segregación racial en el transporte público en el Sur de los Estados Unidos a comienzos del siglo 20 es un ejemplo dramático de lo que ocurre con la democracia en las naciones desarrolladas desde hace buen tiempo (y ni se diga lo que ocurre en los otros países). Los ejemplos contemporáneos incluyen muchas leyes discriminatorias en diversas áreas -el comercio, el empleo, el medio ambiente- que no responden verdaderamente a la mayoría sino a intereses creados capaces de usar el sistema democrático en beneficio propio y suministrar a los políticos votos suficientes para sostener el espejismo del "mayoritismo".
Una reflexión adicional sobre Rosa Parks. Hayek también argumentó de manera persuasiva que la evolución cultural de la humanidad del estado salvaje a la civilización fue posible porque en distintos momentos ciertos individuos rompieron las reglas que impedían a su comunidad adaptarse al mundo circundante de manera más eficiente y beneficiosa. Estos líderes, que no eran necesariamente conscientes de serlo, al mismo tiempo respetaban todas las otras normas y por tanto parecían razonables a ojos del resto de la comunidad, haciendo, en última instancia, que ella imitara su ejemplo. Así, forzaron el relajamiento de diversas prohibiciones. Eso, precisamente, es lo que hizo Rosa Parks con el gesto conmovedor de aferrarse a su asiento.